La búsqueda del tesoro
Algunas personas tienen la fortuna de conocer a su alma gemela siendo muy jóvenes y en mi caso sucedió cuando apenas tenía 10 años. Sofía y yo nos conocimos en la primaria, al principio fuimos muy buenos amigos, nos vimos crecer y básicamente éramos como uña y mugre pero fue hasta que entramos a la preparatoria cuando decidí perderle el miedo al amor e invitarla a salir.
Después de nuestra primera cita las cosas cambiaron completamente, siempre había visto a Sofía con una amiga porque durante mucho tiempo me dio miedo confesarle que sentía algo por ella sin saber que yo también le gustaba. Así como pasaron los días y los meses, en un abrir y cerrar los ojos cumplimos 8 años siendo novios, por lo que planee la mejor sorpresa de todas.
Como todas las parejas, tenemos cosas en común y en otras somos muy diferentes, pero algo que tenemos en común es que a los dos nos gusta que las cosas sean sencillas y sin tanto alboroto. Decidí organizar una búsqueda del tesoro en nuestro departamento para sorprenderla, en total puse 8 pistas, cada una le indicaba el camino para llegar a la otra y así sucesivamente hasta llegar al tesoro.
Cada pista era una fotografía nuestra con una frase escrita atrás, la primera fue nuestra primera cita formal, la segunda era del viaje que hicimos a la playa cuando cumplimos dos años, la tercera fue nuestra primera navidad juntos, la cuarta era nuestra foto de graduación, la quinta fue nuestra primera foto viviendo juntos, la sexta con nuestra primera mascota, la séptima con nuestras familias juntas y para la última escogí una foto donde nos vemos desarreglados y en pijama.
Les cuento cuales fueron las fotografías que elegí porque mientras lo estaba haciendo me percate que realmente Sofía era la persona con la que quería compartir toda mi vida. Aunque 8 años siendo novios pareciera mucho tiempo, la verdad que no llevábamos nada de tiempo juntos a comparación con todo lo que nos falta y para ser honesto, lo único que quiero es casarme con la mujer de mis sueños.
Sin saber cuál era el tesoro, Sofía empezó la búsqueda y checaba cada rincón sin tener la menor idea de la verdadera sorpresa. Cada que encontraba una fotografía, yo me ponía más nervioso porque cada vez se acercaba el momento más esperado para cualquier hombre enamorado. Fue entonces cuando encontró la octava foto en la que escribí “¿Te quieres casar conmigo?” volteo a verme y ahí estaba yo, con el anillo de compromiso perfecto para ella, no dudo ni dos segundos en decirme que sí y ahora estamos felizmente comprometidos.