La verdadera felicidad es el amor.
Todo empezó hace 5 años cuando mis mejores amigos de la universidad me invitaron a pasar unos días en el bello puerto de Acapulco y sin saber lo que el destino tenía preparado, acepté la invitación para pasar el fin de semana y relajarme de la vida de la ciudad. El plan era ideal, ya habían pasado 4 años desde que nos graduamos y cada quien siguió su camino, a pesar de que nos veíamos pocas veces, los considero las personas con las que más he compartido momentos.
Mi grupo de la carrera ha estado conformado por las mismas personas pero en este viaje invitaron a Claudia, una chica que también estudiaba con nosotros pero era muy reservada en esa época. En el momento que la vi, recordé lo guapa que era y que todas las mañanas llegaba con una actitud muy amable y buena onda aunque fuera tímida. Al llegar, lo primero que hicimos fue irnos a la playa todos a pasar el rato y disfrutar de unas cervezas, fue en ese momento en el que comencé a platicar con ella.
Las horas pasaban, el sol cada vez se metía más y sin darnos cuenta, cayó la noche, ni siquiera me había dado cuenta por lo bien que me la estaba pasando con todos. Aquel día platique con Claudia de muchas cosas, lo que habíamos estado haciendo de nuestras vidas, de los amores y fue entonces cuando me contó que tenía un hijo de dos años pero que estaba soltera. Cuando veníamos de regreso en la carretera no podía dejar de pensar en ella, la verdad me encantaba su forma de ser y regresando a la ciudad la invite a salir.
En nuestra primera cita la quise sorprender y recordé que su comida favorita era la italiana, entonces la llevé a un restaurante con una terraza increíble para seguir conociéndola. Yo nunca me hubiera imaginado que la persona con la que más tendría química era alguien tan diferente a mí, como ya les había dicho ella siempre ha sido muy tímida mientras que yo era conocido como el chico más fiestero del salón. Con el tiempo nos empezamos a ver más y la primera cita se convirtió en noviazgo a los pocos meses.
Claudia y yo llevamos 5 años siendo pareja, nos mudamos juntos a Querétaro con su hijo, el pequeño Carlos y a pesar de que al principio llegué a pensar que sería complicado que él me aceptara, con el tiempo me fui ganando su confianza a tal grado que podemos ser una familia. Hace unos meses, Claudia me dio la sorpresa de que vamos a ser padres y aunque ella y yo no creemos en el matrimonio, le obsequie el anillo de promesa más bonito del mundo para que sepa que no importa el título, sino la familia que estamos construyendo con nuestro amor.
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